la balsa13


la balsa13













Casi al comienzo, nos encontramos con la imagen de la balsa. De hecho, entonces, no era únicamente una imagen, sino más bien un conjunto de imágenes que remitían a su vez a una serie de problemas sobre los que estábamos pensando en nuestra práctica e, incluso, a las condiciones y tendencias de esta misma. Aunque al principio no sabíamos con precisión de qué modo: la balsa apuntaba hacia una cierta precariedad o fragilidad, pero posiblemente también hacia una cierta capacidad para permanecer “a flote” y “a la deriva” que, dadas nuestras condiciones de existencia actuales, nos conmovían. Teníamos que aprender a mirar esa imagen para que pudiese renovar nuestro pensamiento y nuestro lenguaje[1]. Para no ahogarnos.
Pero antes de este encuentro, hubo otros. De hecho, antes de que pudiéramos haber tropezado juntos con esa imagen, habíamos compartido ya algunos espacios y tiempos (la ocupación de las plazas el 15 de mayo y el trabajo en las comisiones[2], les Perifèries 11-12[3], las III Jornadas Abiertas de Creación Escénica Contemporánea[4], organizadas por CETAE[5], la irrupción de la primavera valenciana[6], discusiones en torno a los procesos de escritura colectiva[7], la revista de análisis cultural Kamchatka[8], el interrogante de “¿Y si dejamos de ser [artistas]?”[9]...). No fue hasta la experiencia curatorial sin intención ni proyecto[10] donde encontramos la metáfora desde la que, a partir de entonces, nos expondríamos:
“Una balsa, ya sabéis cómo esta hecha: hay unos troncos de madera atados entre ellos de tal forma que quedan bastante sueltos, de modo que cuando les caen encima montañas de agua, el agua pasa a través de los troncos separados… Dicho de otro modo. Nosotros no retenemos las preguntas. Nuestra libertad relativa, procede de esta estructura rudimentaria, y yo creo que quienes la concibieron lo hicieron lo mejor que pudieron, cuando de hecho no estaban en condiciones de construir una embarcación. Cuando llueven los interrogantes, nosotros no cerramos filas —no juntamos los troncos— para construir una plataforma bien concertada. Muy al contrario. Del proyecto tan solo retenemos lo que nos vincula a él. Podéis ver así la importancia primordial de los vínculos y del modo de atadura, y de la distancia que los troncos pueden tener entre sí. El vínculo tiene que ser lo bastante suelto y que no se suelte”.
Fernand Deligny, educador y cineasta francés, se refiere, con la imagen de la balsa (Le Croire et le Craindre, 1978), al dispositivo de vida que permitía la red de acogida de niños autistas que conforma a partir de 1968 en Les Cévennes (Francia). Puesto que el “modo de ser” de estos niños pasaba por fuera del lenguaje y la mirada, la comunidad se organizó a partir de una determinada “práctica del espacio” y del acompañamiento (que tenía en cuenta “su necesidad de inmutabilidad y referencias espaciales, los mecanismos de su memoria”[11] o las reacciones que provocaba la interpelación por la palabra). La balsa era la metáfora que sugería el tipo de vínculo y de proximidad entre los adultos y los niños autistas en ese contexto precario (en distintos niveles).
En el curso de la cura de la exposición, fuimos viendo, asimismo, que ahí se establecía un tipo de vínculo que acogía sus propios interrogantes y que, en el caso de que fueran resueltos, esta respuesta siempre la proporcionaba la práctica común (que se apoyaba en una investigación en el caso de los adultos). Por otro lado, esto implicaba, a su vez, que la red no podía comprender todas las dudas (tanto en el sentido de contener como de responder). Ahora, nosotros vemos aquí, situados ante la imagen de la balsa, una iniciativa, que no proviene tanto de un sujeto (Fernand Deligny), como de la situación: “Fue un medio de vida natural recreado no para los niños autistas, sino de acuerdo con su modo de percepción”[12].
En este punto, nos parecía inevitable, en primer lugar, acudir a la noción de la “potencia de la situación” a la que recurre Marina Garcés[13], y en segundo lugar, pensar en lo que Jean-Luc Nancy denomina “comunidad desobrada” (y no puesta en obra)[14]. Pero no iba a ser sino un texto de Amador Fernández-Savater, “Olas y espuma”[15], el que nos iba a permitir, de nuevo, poner en circulación la metáfora de la balsa, a partir de las imágenes que proponen Jullien o Gramsci para pensar la estrategia y la eficacia. “Según Jullien, los chinos piensan la estrategia de modo completamente diferente. No dividen el mundo entre el ser y el deber ser. Es decir: no parten de un Modelo o Plan, sino del mismo curso de lo real. Lo real no es materia informe o caótica que espera nuestra organización: ya está organizado. Tiene propensiones, inclinaciones y pendientes que se pueden detectar y aprovechar. Es lo que Jullien llama «factores facilitadores» o «potenciales de situación». El trabajo del buen estratega no es modelizar y proyectar primero, para aplicar después, sino más bien escuchar, evaluar, acompañar y desarrollar los potenciales de situación. No actuar, sino ser actuado. No forzar: secundar. No perseguir directamente un objetivo, sino explotar una propensión. Porque los efectos están contenidos en ella”. No se trata, entonces, de contener las olas, sino de advertir dónde podemos llegar (a qué “espumas”) si nos dejamos arrastrar por ellas. Para ello, podríamos hacer uso de la balsa.
En este mar(co), se inscriben los tránsitos, los procesos y las prácticas colaborativas que impulsamos desde labalsa13: como una práctica colectiva y situada, siempre a la escucha del contexto específico en el que se desarrolla (de nuestro ser-en-común) y no como una imposición de nuestras expectativas. Como en Deligny, nuestra herramienta fundamental será el arte: ese “gesto para nada” capaz de crear una “memoria de las formas”.





* La imagen corresponde a una “línea de errar” (a la serie de trayectos) de un niño autista durante su estancia en Les Cévennes, en la red de acogida que había fundado Fernand Deligny en 1968. La imagen ha sido extraída de una carta, acompañada de un calco, de 1976, y fue trazada por Gisèle Durand. 
[11] Las citas de Deligny de: Fernand Deligny. Permitir, trazar, ver, MACBA, 2009.
[12] Sandra Álvarez de Toledo en la “Introducción” de Fernand Deligny. Permitir, trazar, ver.